martes, 26 de enero de 2016

¿Cómo enseñarle a tu hijo a valorar las cosas?

¿Cómo enseñarle a tu hijo a valorar las cosas?

1.- En vez de darle todo lo que pida enséñale que, muchas veces, para obtener algo, se necesita esfuerzo, paciencia y constancia.
Pídele que te acompañe a comprar sus cosas, explícale que todo tiene un costo y lo que sus padres deben hacer para adquirirlas.

2.- Enséñale tareas en las que tenga que esforzarse y desarrolle tolerancia a la frustración.
Si pierde algo por descuido haz que se esfuerce por encontrarlo. Si no lo logra, no hagas fácil la reposición, pídele parte de sus ahorros o que haga un esfuerzo extra.

3.- Evita hacer todo por él y deja que haga cosas por su cuenta, aunque tarde en aprender.
Si maltrata algo y lo deteriora o descompone deja que experimente las consecuencias, al menos momentáneamente.

4.- Evita compensar errores p falta de tiempo para convivir con él a través de regalos materiales.
Pídele que te ayude a ordenar sus cosas; esto ayudará a que las mantenga en buen estado y a entender la importancia de ello.

5.- No siempre le ofrezcas premios materiales; recompénsalo con alguna actividad que disfrute de manera especial o algo con valor simbólico.
Cuando lo premies pregúntale porqué cree que merece dicho premio y dale retroalimentación sobre las conductas que puede mejorar esforzándose.




Algunas actividades que pueden realizar los/as niños/as, correspondiente a su edad:





¿Cómo establecer límites sin lastimar a mi hijo?

¿Cómo establecer límites sin lastimar a mi hijo?

1.- Pon reglas claras, justas y acordes con su edad.
Toma en cuenta su personalidad y no lo compares con otros niños.

2.- Explícale bien lo que quieres que haga.
Permítele expresar sus emociones (tanto positivas como negativas).

3.- Se coherente: no le pidas que deje de hacer cosas que tú haces.
Anúnciale y cumple las consecuencias de manera inmediata. Usa un tono de voz firma, pero evita gritar.

4.- Reconoce su esfuerzo y fomenta sus conductas positivas.
Evita explicaciones largas que deje de escuchar; se claro y conciso. Da instrucciones positivas y evita las negativas.

5.- Cuando le pidas que no haga algo, dale opciones.

Hay situaciones en las que se puede negociar y otras en las que no; es importante reconocerlas.



Algunas actividades que pueden realizar los/as niños/as, correspondiente a su edad:



lunes, 18 de enero de 2016

Indicadores para la búsqueda de alternativas y Situaciones modificables


La posibilidad de elegir entre diversas alternativas, constituye la segunda área en la que se puede encontrar el sentido. Siempre está uno escogiendo entre varias, aunque esto no sea de manera consciente. Una situación en la que no se vislumbran alternativas, en donde se siente uno atrapado, parecerá carente de significado. Pero en cuanto se descubre que sí hay alternativas, deja uno de sentirse víctima indefensa de las circunstancias y está en capacidad de hallar el sentido.

Es necesario distinguir entre situaciones que uno puede cambiar y aquellas que no y que deben ser aceptadas. Como una regla práctica, si a usted no le gusta una situación que puede modificarse, “el sentido del momento”  es cambiarla. Aun en una situación que no puede ser cambiada, puede usted tomar si actitud hacia ella. Aldous Huxley pregonaba que “la facultad de escoger es siempre nuestra”. Esto es cierto también en cuanto a la elección de nuestra actitud.

 No es siempre fácil distinguir entre lo que puede y no puede cambiarse. La naturaleza fatal de una situación que deriva de la muerte, o de una enfermedad incurable, del divorcio o de la jubilación, es obvia. ¿Puede modificarse una situación de tipo familiar o de trabajo, o tiene uno que aceptarla? A veces un diálogo socrático ayuda a encontrar respuesta a circunstancias como ésas.

El logoterapeuta japonés, doctor Hiroshi Takashima, distingue enfermedades y situaciones que pueden resolverse de aquellas con las que se tiene que aprender a convivir. Una postura manejable es como una serpiente venenosa que está encerrada junto a usted en una jaula. El sentido se encuentra en el acto de matar a la serpiente. Una situación de la que no se puede uno librar, es como estar encerrado con un buey sano y robusto. El sentido se encuentra en que hay que aprender a convivir con él.


Situaciones modificables.

Actualmente, en nuestra opulenta y permisiva sociedad existen más alternativas de las que estaban al alcance de cualquier generación anterior. Puede uno escoger su especialidad en la Universidad, su carrera, su pareja, su estilo de vida. Simultáneamente, el sentido cambia durante el trascurso de la vida. Lo que parecía tener sentido a los 18 años, puede no tenerlo a los 40 ó 45. Persistir en una situación a la que ya no se le encuentra sentido, puede determinar frustración, neurosis, depresión, alguna enfermedad psicosomática, una adicción o tendencias suicidas y en muchas de esas situaciones continuará habiendo oportunidades de cambio.

El primer paso hacia la salud mental, es estar consciente de que se tienen alternativas. El segundo es determinar cuál es la que tiene más sentido para el individuo en esa etapa específica de su vida.

La manera más directa de adquirir conciencia de que hay alternativas para una persona, es que confeccione una lista de sus opciones; a partir de ella puede seleccionar cuál es la que tiene más sentido para ella.

El individuo empieza por descubrir, en una o dos frases, dónde se siente “entrampado”. Luego formula una lista con las posibles soluciones a su problema. Incluirá también aquellas opciones que a primera vista parezcan poco prácticas, y aun las que juzgue ridículas. Posteriormente, enlistará las consecuencias positivas y negativas de cada alternativa, así como sus ventajas y desventajas. La lista le demostrará que no está atrapado y el humor por lo ridículo de algunas opciones planteadas puede tener valor terapéutico.




Fuente: J. B. Fabry, ‘Señales del camino hacia el sentido’. 

viernes, 15 de enero de 2016

Video: Detector de mentiras para niños





No se puede hablar de "niños/as mentirosos/as", hasta pasados los 8-9 años. Antes de esta edad, se les nombra 'pseudomentiras', y lo que más juega en la comunicación del niño/a, es la percepción de las cosas en el mundo. Ellos no cuentan aún con el discernimiento adecuado para 'mentir'; mientras que a los adultos nos puede 'sonar como mentiras', es gracias a nuestro ya avanzado desarrollo. 

De una parte, la verdad reposa esencialmente sobre una noción de contrato social: es verdadero lo que está socialmente admitido, de otra parte, la percepción de lo real depende de la personalidad de cada uno. Por eso, tratándose de los niños, los psicólogos hablarán de pseudomentiras, ya que para que exista una auténtica mentira, es decir, para que el autor lo haga con pleno conocimiento de causa, es necesario un desarrollo psicológico que el niño es a menudo incapaz de obtener antes de los ocho o nueve años-Gérard Broyer-.