martes, 17 de mayo de 2016

Habilidades para la Vida, Educar en Valores


Los valores se aprenden estimándolos, interiorizándolos y dándoles la importancia que en realidad tienen en la vida personal de cada hombre o mujer; esto se consigue una vez que llegamos a conocernos, conforme identificamos y regulamos las propias emociones, y se van formando habilidades empáticas, es decir, aquellas que reconocen y entienden las particularidades del otro.

El desarrollo de habilidades sociales, a partir de valores, es esencial sobre todo en la infancia y la etapa adolescente, porque en esta última, se deben tomar decisiones, de establecen relaciones de amistad y de noviazgo, se elige el oficio o la carrera profesional, se trata pues, de la época en que los jóvenes se preparan para establecer su proyecto de vida.

Educar en valores significa encontrar espacios de reflexión tanto individual como colectiva para que desde temprana edad, los hombres y mujeres sean capaces de elaborar de forma racional y autónoma, principios que le van a permitir enfrentarse críticamente a la realidad y desarrollar todas las potencialidades humanas; es decir, no sólo conocimientos lógico-matemáticos, sino también habilidades, capacidades, sentimientos y valores.

El significado social que se atribuye a los valores es precisamente uno de los factores que influyen para diferenciar los tradicionales –aquellos que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o principios religiosos-, de los valores actuales compartidos por hombres y mujeres de los diferentes grupos que conforman una sociedad.

Para hablar acerca de valores es conveniente saber que valor se refiere a una excelencia o a una perfección. La práctica de valores desarrolla lo mejor de la esencia humana de la persona, mientras que el contravalor la despoja de esas cualidades. Desde el punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona.

El proceso de valorización del ser humano incluye una compleja serie de condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la estimación y la actuación. Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir una cosa en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales. Las valoraciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos, convicciones, actitudes, juicios de valor y acciones. Desde el punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora.

No existe ordenación deseable o clasificación única de los valores; las jerarquías son cambiantes, fluctúan de acuerdo con las valoraciones del contexto y de cada grupo social, por ejemplo, existen: a) valores de lo agradable y desagradable, b) valores vitales, c) valores espirituales, d) valores de conocimiento puro de la verdad, e) valores religiosos;  f) valores instrumentales o relacionados con modos de conducta (valores morales); y g) valores terminales o referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad, bien común), entre otras clasificaciones.

Favorecer la educación en habilidades y valores es formar desde las primeras etapas de la vida, mujeres y hombres que sepan tomar decisiones y asumir responsabilidades que favorezcan su desarrollo integral y que, a su vez, se inserten en el proceso de construcción de una sociedad en la que el respeto y la solidaridad guíen las relaciones humanas.

El fomento de valores ofrece las posibilidades de construir sujetos con una mayor conciencia social, lo que los dotará con habilidades para enfrentar problemas tanto individuales como sociales. Los valores facilitan que los aprendizajes resulten útiles para participar en la sociedad y desarrollar la autonomía personal.

La educación en valores tiene que ver con el aprender a ser y el aprender a convivir, no como una disciplina independiente de los contenidos o habilidades, sino como parte integral de cada persona.

Los objetivos fundamentales de la promoción de valores y habilidades, son que los adolescentes:
  • Desarrollen las estructuras universales del juicio y guíen su razonamiento por las ideas de justicia y responsabilidad.
  • Aprendan a comunicarse adecuadamente, propiciando que participen en el ámbito escolar, familiar y social, con la finalidad de que sean capaces de respetar la opinión y punto de vista de los otros y logren alcanzar acuerdos justos ante las diferentes situaciones o problemas que se presentan en la adolescencia y a lo largo de la vida.
  • Cuenten con elementos para la construcción de una imagen de sí mismos y del tipo de vida que quieren llevar de acuerdo con sus valores personales.
  • Fomenten las capacidades y adquieran los conocimientos necesarios para el diálogo crítico y creativo apegado a la realidad.
  • Adquieran las habilidades necesarias para que juicio y acción sean coherentes.
  • Reconozcan y asimilen las diferentes posturas y respeten los derechos de los demás.
  • Comprendan, respeten y construyan normas de convivencia colectiva.

Los valores se consideran también normas de conducta y actitudes según las cuales se comportan los miembros de una sociedad y son coherentes con aquello que se contempla como correcto y que guía la forma de ser y de sentir.



Fuente: Guía práctica para educar en valores. Centro de Integración Juvenil, A. C

domingo, 15 de mayo de 2016

El fortalecimiento de la resiliencia (HpV)


Desde el decenio de los años ochenta ha existido un interés creciente por saber más sobre las personas que desarrollan competencias a pesar de haber sido criados en condiciones adversas, o en circunstancias que aumentan las posibilidades de presentar patologías mentales o sociales. Se concluyó que el adjetivo resiliente, tomado del inglés “resilient”, expresaba las características mencionadas con anterioridad y que el sustantivo resiliencia expresaba esa condición. En español y en francés (“résilience”) se emplea en metalurgia e ingeniería civil para describir la capacidad de algunos metales de recobrar su forma original después de ser sometidos a una presión deformadora.

Así, el término se adoptó por las ciencias sociales para caracterizar a aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y son socialmente exitosos.

Existen varias definiciones y distintos planteamientos teóricos y conceptuales sobre la resiliencia. El de Rutter es quizá uno de los más sólidos e integradores, según el cual “la resiliencia se caracteriza como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. Así, la resiliencia no puede ser concebida como un atributo con el que los niños nacen o que éstos adquieren durante su desarrollo, sino que se trata de un proceso que caracteriza un complejo sistema social, en un momento determinado del  tiempo”.

De importancia práctica, diversos estudios han demostrado que ciertos atributos de la persona tienen una asociación positiva con la posibilidad de ser resiliente, y se ha hecho el esfuerzo de sintetizarlos y expresarlos a través de un perfil del niño o adolescente resiliente. El cuadro a continuación presenta dicho perfil e ilustra cómo la enseñanza de Habilidades para la Vida puede contribuir a la promoción de dichos atributos en niños, niñas y adolescentes.

La prevención de problemas psicosociales y de salud

Los siguientes son algunos ejemplos de cómo las destrezas psicosociales contribuyen a la prevención primaria de múltiples problemas psicosociales y de salud en niños, niñas y adolescentes.
  •  El reconocer las propias emociones y sentimientos y los de los demás; la tolerancia; la expresión positiva de uno mismo; la empatía; la comprensión de cómo las emociones y sentimientos influyen en el pensamiento y comportamiento; el saber manejar la ira, las frustraciones y la crítica; la conciencia crítica sobre las distintas formas de violencia, sus causas y consecuencias  individuales y sociales; y la percepción crítica sobre los efectos de la violencia en los medios, entre otros, contribuyen a la promoción de la convivencia pacífica y la prevención de la violencia.
  • La autoestima; la percepción de cómo las personas demuestran su afecto e interés; el saber que el cuerpo le pertenece a uno mismo; la capacidad de decir no; el poder reconocer emociones y sentimientos como el miedo y la tristeza; el saber cómo solicitar ayuda en caso de necesidad; y el saber que los adultos no siempre tienen la razón, ayudan a los niños a reconocer el maltrato infantil (incluido el abuso sexual) y a protegerse.
  • La clarificación de valores; el respeto de los derechos de los demás; la capacidad para resistir  la presión del grupo de pares; la participación activa en la solución de problemas en el colegio y la comunidad; la percepción crítica de la injusticia; y el manejo creativo del tiempo libre, contribuyen a  la prevención de la delincuencia.




Prevención  de  problemas  psicosociales específicos

Ésta ha sido quizá el área de mayor aplicación del enfoque de HpV y en la que se cuenta con más información disponible, proveniente de estudios y proyectos en diversos países alrededor del mundo. AlgunosdelosprincipalesproblemaspsicosocialesenlosqueHpVhademostrado resultados bastante  exitosos son los siguientes:

Prevención del consumo y abuso de sustancias psicoactivas como alcohol, tabaco y marihuana

La investigación realizada por Botvin y sus colegas en los Estados Unidos de Norteamérica (fundamentalmente en colegios de la ciudad de Nueva York) desde la década de los 80, demostró de manera convincente que la educación en HpV puede disminuir la iniciación del hábito del tabaquismo entre 25y 87%, de acuerdo con estudios de seguimiento de1 a 6 años de duración. El estudio de seguimiento más amplio, realizadoen56colegios públicos de Nueva York durante seis años, mostró también que este enfoquedisminuyóen66%el consumo de múltiples sustancias como tabaco, alcohol y marihuana.

El trabajo de Botvin y sus colegas ha inspirado y fundamentado científicamente el desarrollo de programas en contextos socioculturales diferentes al de los Estados Unidos de Norteamérica, como el Proyecto «Trazandoel Camino» puesto en marcha en Costa Rica. La reseña de esta iniciativa, publicada en inglés por la Organización Panamericana de la Salud, contiene además un excelente resumen de los principales proyectos de investigación realizados y publicados por el doctor Botvin y suscolegasdesde1980hasta 1995. 

Otros investigadores como Hansen y sus colegas, también han demostrado la efectividad de las intervenciones que usan el enfoque de HpV en la reducción de la iniciación del tabaquismo en la población escolarizada..


Prevención de los comportamientos sexuales de alto riesgo

El fortalecimiento de la capacidad de pensar críticamente, de tomar decisiones en forma más responsable y saludable, de comportarse asertivamente (incluida la habilidad de «decir no» o de negociar condiciones), o de manejar emociones y sentimientos, son todas HpV que ayudan a nos, niñas y jóvenes manejar en forma más responsable, a la vez que placentera, su vida sexual y reproductiva y a sortear con éxito las situaciones de riesgo asociadas con esta dimensión de la vida humana.

Una revisión científica sobre la efectividad de los programas para disminuir los comportamientos sexuales de riesgo, identificó los métodos vivenciales para el desarrollo de habilidades como una de las nueve características de los programas exitosos. Las características descritas son similares a las que se han identificado como efectivas en el caso de la disminución del abuso de sustancias.

Otros autores como Schinke y sus colegas han informado resultados similares en la prevención de los embarazos no deseados en adolescentes.



Fuente: Leonardo Mantilla Castellanos.  “Habilidades para la vida. Una propuesta educativa para convivir mejor”.