Un mensaje de Navidad de Thầy (Thích Nhất Hạnh)
La temporada navideña es la época para estar
con la familia, cuando, donde sea que nos encontremos, tratamos de buscar un
camino de vuelta a casa para estar con nuestros seres queridos. Muchos de
nosotros decoramos nuestra casa y buscamos maneras de hacer de nuestro hogar un
lugar cálido y acogedor. Todos anhelamos tener un lugar que sea seguro y
amoroso, donde sintamos que no tenemos que ir a ningún otro lado, ni buscar
nada más. Ese lugar lo podemos llamar nuestro “verdadero hogar”. Todos tenemos
este anhelo, este profundo deseo de estar en nuestro verdadero hogar.
Buscando
nuestro hogar
Jesús, tan
pronto como nació, se vio en la necesidad de estar huyendo y fue un refugiado,
un fugitivo sin hogar. Cuando creció y se volvió un hombre joven, sucedió lo
mismo; era un errático sin un hogar real a donde regresar. En uno de sus
discursos, él dijo que incluso los pájaros tienen sus propios nidos a donde
regresar, y los conejos y las ardillas tienen sus madrigueras, pero que el Hijo
del Hombre no tenía un lugar en donde reposar su cabeza, un lugar al que
pudiera llamar hogar.
El Príncipe
Siddharta, como adulto, pero antes de convertirse en Buda, se encontró en una
situación similar. Había nacido en una familia real que era privilegiada y
adinerada. Él podía tener todo lo que quisiera en el mundo material. Tenía una
bella esposa y un buen hijo. Tenía un futuro brillante por delante, destinado a
volverse rey y gobernante de un gran imperio. Pero aun así, él no se sentía
cómodo incluso teniendo todo esto. Él no se sentía como en casa. Él no estaba
en paz. Por ello, un día decidió dejar a su familia en busca de su verdadero
hogar, la paz interior.
Tanto Jesús
como Siddharta estaban en búsqueda de su verdadero hogar. Ellos querían
encontrar una morada cálida donde no tuvieran que buscar nada más, y donde se
sintieran verdaderamente en paz y en casa. Los occidentales tienen un dicho:
“No hay nada como el hogar”, que expresa el sentimiento de que no hay nada como
regresar a casa después de haber estado lejos. Pero aun así, muchos de nosotros
no nos sentimos en casa, no sentimos que tenemos un lugar a donde regresar,
incluso estando con nuestras propias familias. Eso se debe a que en nuestras
familias puede no haber suficiente calidez, suficiente amor, tranquilidad, paz
o felicidad.
Algunos
de nosotros vivimos en el país donde nacimos, pero aun así queremos escapar e
ir a otro lado. Sentimos que no tenemos un lugar de origen. Algunos judíos
sienten que todavía no tienen una patria. Han estado errantes y buscando por
miles de años un lugar, un pedazo de tierra, al que puedan llamar hogar. Y
nosotros –los occidentales- todos tenemos un país al que podemos llamar nuestra
tierra natal, pero incluso así, algunos no estamos contentos y queremos
dejarlo. Esto se debe a que no hemos encontrado nuestro verdadero hogar en
nuestro corazón. En esta temporada navideña, aun si compramos un árbol de
Navidad y decoramos nuestro hogar, no significa necesariamente que hemos
encontrado nuestro verdadero hogar, o que estamos en paz viviendo en nuestro
país de origen. Para que nuestro hogar sea verdadero, necesita haber seguridad,
satisfacción, calidez y amor.
Nuestro
verdadero hogar
Al final,
Jesús encontró su verdadero hogar en su corazón. Él encontró la luz en su
corazón y reveló a sus discípulos cómo ellos también tenían su propia luz, y
les enseñó a mostrarla para que también pudieran verla los demás. Siddharta
enseñó que el verdadero hogar de uno se encuentra en el momento presente.
Enseñó que cada uno de nosotros tenemos una isla interior donde podemos estar
sanos y salvos. Si sabemos cómo regresar a esta isla, podemos entrar en
contacto con nuestros ancestros de sangre y espirituales, con las maravillas
del mundo, y con nuestro propio ser. En la isla de nuestro verdadero ser,
podemos encontrar paz y plenitud.
Siddharta
encontró su verdadero hogar y se transformó en Buda. Él quiso que todo mundo
fuera capaz de encontrarlo. Cuando Buda cumplió 80 años, sabía que pronto
dejaría esta vida, y sintió mucha compasión por sus discípulos y amigos, porque
vio que muchos de ellos no habían encontrado aún su verdadero hogar. Él sabía
que cuando llegara el momento de que su maestro muriera, ellos se sentirían
perdidos y abandonados. En ese tiempo, se encontraba practicando el retiro de
la temporada de lluvias, a las afueras de la ciudad de Vaishali, al norte del
río Ganges. Durante esa temporada se enfermó bastante. El Venerable Ananda, el
ayudante de Buda, pensó que su maestro moriría pronto, por lo que fue al bosque
a esconderse detrás de unos árboles para llorar. Pero Buda utilizó sus poderes
de concentración para desacelerar el progreso de su enfermedad y para encontrar
fuerzas para vivir unas semanas más, de forma que pudiera regresar a su tierra
natal, Kapilavastu, y morir ahí en paz.
La Isla
Interior
Al terminar el retiro de la temporada de lluvias, Buda fue a la
ciudad de Vaishali a visitar a sus discípulos, los monjes, monjas y amigos
laicos de la Sangha. A donde fuera que iba, daba una charla de Dharma de pocos
minutos. Estas pláticas cortas se centraban comúnmente en el tema “nuestro
verdadero hogar”. El sentía que después de su muerte, habría muchos
discípulos que se sentirían perdidos, por lo que Buda les enseñó que todos
ellos tenían un lugar de refugio al cual regresar, y que deberían refugiarse
sólo ahí.
Nosotros
también deberíamos aprender a regresar y refugiarnos en esa morada, en vez de
tomar refugio en otras personas o cosas. Ese lugar de refugio es la “Isla
del Ser”; es el Dharma. Ahí, uno puede encontrar paz y protección y
encontrarse con sus ancestros y sus raíces. Ese es nuestro verdadero hogar
–nuestra isla interior donde está la luz del Dharma verdadero. Al regresar
allí, uno encuentra luz, uno encuentra paz y seguridad, y uno está protegido de
la obscuridad. La “Isla del Ser” es un lugar de refugio seguro de las olas turbulentas
que, de otra forma, arrasarían con nosotros. Tomar refugio en nuestra isla
interior es una práctica muy importante.
En Plum
Village tenemos una canción que se llama: “Siendo una isla para uno mismo”. Esta
canción es sobre la práctica de tomar refugio en uno mismo. Si aún sentimos que
no hemos encontrado nuestro verdadero hogar, que no tenemos un lugar al cual
podemos llamar hogar, que todavía no hemos llegado a él y que queremos buscar
un lugar de origen, sintiéndonos solos o perdidos, entonces esta práctica es
para nosotros. Esta canción nos puede ayudar a regresar y tomar refugio en
nuestra isla interior.
Nuestro
refugio de práctica
Alrededor
del siglo IV o V, cuando estas pláticas fueron traducidas al chino, los monjes
tradujeron la “Isla del Ser” como ‘tự châu’ (‘tự significa ser y châu’
significa isla). “Queridos monjes, practiquen siendo ustedes una isla, sabiendo
cómo tomar refugio en ustedes mismos”. Esas fueron las palabras que Buda
pronunció un mes antes de morir. Si consideramos que somos almas gemelas de Buda,
que somos sus verdaderos estudiantes, debemos tomar su consejo y dejar de
buscar un lugar de origen en el espacio y en el tiempo. Debemos buscar este
verdadero hogar dentro de nuestro propio ser, dentro de nuestro propio corazón;
ahí es donde está todo lo que estamos buscando. Ahí podemos tocar a nuestros
ancestros, de sangre y espirituales, y tocar nuestras raíces, nuestra herencia.
Ahí podemos encontrar paz y estabilidad. Ahí podemos encontrar la luz de la
sabiduría. Permitámonos tomar refugio en nuestra propia isla –en la isla del
Dharma. No tomamos refugio en ninguna otra persona, ni siquiera en Thầy.
El amor de Buda es inmenso. Él sabía que habría muchos estudiantes
que se sentirían perdidos cuando él ya no estuviera, por lo que les recordó que
su cuerpo no era algo permanente ni eterno. Él les enseñó que el lugar más
valioso en el cual podían tomar refugio, era su propia isla interior. Nosotros
sabemos que siempre está ahí para nosotros. No tenemos que tomar un avión, un
autobús o un tren para llegar allí. Con nuestra respiración consciente y con
nuestros pasos conscientes, podemos llegar de inmediato. Nuestra isla interior
es nuestro verdadero refugio. Es nuestra práctica del Dharma.
Esta
Navidad, si compras y traes a casa un árbol de Navidad para decorar, recuerda
que tu “Verdadero Hogar” no se encuentra fuera de ti, sino que está justo en tu
propio corazón. No tenemos que traer nada a nuestra casa para sentirnos
satisfechos. Todo lo que necesitamos está en nuestro corazón. No necesitamos
practicar por muchos años o viajar lejos para llegar a nuestro verdadero hogar.
Si sabemos cómo generar la energía de la plena conciencia y la concentración,
entonces, con cada respiración, con cada paso, llegamos a nuestro verdadero
hogar. Nuestro verdadero hogar no es un lugar separado de nosotros por el
espacio y el tiempo. No es algo que podamos comprar. Nuestro verdadero hogar
está justo en el aquí y en el ahora; sólo necesitamos saber cómo regresar a él
y estar verdaderamente presentes.
El hogar en el momento presente
Cuando
estaba reflexionando sobre qué mensaje enviar a mis amigos y estudiantes
foráneos para que pudieran practicar, de forma que pudieran ser como Jesús o
como Buda, realicé una caligrafía que dice: “No hay camino al hogar, nuestro hogar es el camino.”
En
la práctica de Plum Village, los medios y los fines no son dos cosas separadas.
No hay camino de vuelta al hogar, nuestro hogar es el camino. Una vez que damos
un paso en el camino a casa, en ese instante estamos ahí. Tampoco hay camino a
la felicidad, la felicidad es el camino. De igual forma, no hay camino hacia el
Nirvana, el Nirvana es el camino. Cada respiración y cada paso tienen la
capacidad de traernos de vuelta a nuestro verdadero hogar, justo aquí y ahora.
Ésta es la práctica fundamental de Plum Village. Éste es el mensaje que Thầy
quiere enviar a sus estudiantes durante la temporada navideña. Si quieres
enviar una tarjeta de felicitación a tus amigos y seres queridos, también
puedes enviarles este mensaje. Si puedes practicarlo verdaderamente, entonces
el enviarlo tendrá un significado profundo; pero si no quieres practicarlo, el
mensaje tendrá muy poca sustancia.
Disfrutemos
de nuestra práctica de volver a casa en esta temporada navideña. Permitámonos
estar verdaderamente en nuestro hogar interior y, así, volvernos un hogar para
nuestros seres queridos y nuestros amigos.
Con confianza y amor, Thầy