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martes, 15 de diciembre de 2015

Excusas (-ante la responsabilidad-).

Excusas (-ante la responsabilidad-).

La nuestra es una sociedad permisiva. Se ha puesto de moda culpar al pasado, al medio ambiente y a debilidades genéticas y psicológicas, por cualquier falla o conducta equivocada. Un estudiante violento es disculpado en nombre de las condiciones desordenadas de su hogar; un alcohólico por su estructura genética, y un golpeador de su esposa por su carácter agresivo. Ciertamente, el pasado no puede cambiarse, ni genes, ni tendencias. Pero se puede controlar la forma como vive uno dentro de esas condiciones. El estudiante violento debe darse cuenta de que su responsabilidad no repetir la actitud de “todos contra todos” de sus padres, en sus relaciones con los que lo rodean. El alcohólico debe ver que su responsabilidad es no tomar esa primera bebida, que desatará su respuesta genética al alcohol. El golpeador de su mujer debe comprender que si bien no es responsable de sus impulsos agresivos, sí es de lo que hace con tales impulsos.



Cuando el espíritu no está bloqueado, cuando los recursos del espíritu están al menos ligeramente accesibles, el individuo se encuentra en capacidad de ejercitar su voluntad de sentido a través de una selección responsable de alternativas. Nuestra sociedad ha ido muy lejos en el sentido de disculpar la irresponsabilidad, especialmente dentro de la familia. Los padres son responsables por los hijos pequeños; los hijos mayores por los padres ancianos; las parejas, el uno del otro.



Muchas personas culpan a “los errores de los padres” de su propia infelicidad y mal comportamiento. Elisabeth Lúkas habla del complejo de los “malos padres”, que justifica a muchos adultos no asumir su responsabilidad ante sus dificultades. Escribe: “Se culpa a los padres por haber sido sumamente estrictos, demasiado autoritarios, muy indiferentes, bastante insoportables, excesivamente protectores, extremadamente exigentes o democráticos, o inseguros, o exageradamente inconscientes”. Difícilmente puede encontrarse comportamiento paterno que no puede ser utilizado como excusa. Cuando los hijos empiezan a culpar a sus padres, parecen sentirse relevados de una responsabilidad que en realidad es de ellos mismos.




Fuente: Joseph B. Fabry. “Señales del camino hacia el sentido”. Ediciones LAG. 

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