El dibujo, la pintura o la construcción constituyen un
proceso complejo en el que el niño reúne diversos elementos de su experiencia
para formar un todo con un nuevo significado. En el proceso de seleccionar,
interpretar y reafirmar esos elementos, el niño nos da algo más que un dibujo o
una escultura; nos proporciona una parte de sí mismo: cómo piensa, cómo siente
y cómo ve.
Las artes tienen un papel importante que desempeñar en el
refinamiento de nuestro sistema sensorial y en el cultivo de nuestra capacidad
de imaginación. En efecto, las artes nos ofrecen una especie de licencia para
profundizar en la experiencia cualitativa de una manera especialmente
concentrada y participar en la exploración constructiva de lo que pueda
engendrar el proceso imaginativo. En este sentido, las artes, en todas sus
manifestaciones, se acercan al juego en cuanto a actitud. La imaginación se
libera de sus limitaciones (Elliot
Eisner, 2004).
La educación
artística, como parte esencial del proceso educativo, puede ser muy buena la
que responda por la diferencia que existe entre un ser humano creador y
sensible y otro que no tenga capacidad para aplicar sus conocimientos, que no
disponga de recursos espirituales y que encuentre dificultades en sus
relaciones con el ambiente. En un sistema educacional bien equilibrado se
acentúa la importancia del desarrollo integral de cada individuo, con el fin de
que su capacidad creadora potencial pueda perfeccionarse.
Para el niño el arte
es primordialmente, un medio de expresión. Es para ellos, un lenguaje del
pensamiento. El niño ve el mundo de forma diferente y, a medida que crece, su
expresión cambia.
En educación artística, el producto final está subordinado
al proceso creador. Lo importante es el proceso del niño, su pensamiento, sus
sentimientos, sus percepciones, en resumen, sus reacciones frente al medio.
Un niño expresa sus pensamientos, sus sentimientos y sus
intereses en los dibujos y pinturas que realiza, y demuestra el conocimiento
que posee del ambiente, por medio de su expresión creadora.
El trabajo con las artes no
sólo es una manera de crear actuaciones y productos; es una manera de crear
nuestras vidas ampliando nuestra conciencia, conformando nuestras actitudes, satisfaciendo
nuestra búsqueda de significado, estableciendo contacto con los demás y
compartiendo una cultura (Elliot Eisner,
2004).
Referencia
bibliográfica: Eisner, Elliot. (2004). El arte y la
creación de la mente. Barcelona: Paidós.
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