No se puede hablar de "niños/as mentirosos/as", hasta pasados los 8-9 años. Antes de esta edad, se les nombra 'pseudomentiras', y lo que más juega en la comunicación del niño/a, es la percepción de las cosas en el mundo. Ellos no cuentan aún con el discernimiento adecuado para 'mentir'; mientras que a los adultos nos puede 'sonar como mentiras', es gracias a nuestro ya avanzado desarrollo.
De una parte, la verdad reposa esencialmente sobre una noción de contrato social: es verdadero lo que está socialmente admitido, de otra parte, la percepción de lo real depende de la personalidad de cada uno. Por eso, tratándose de los niños, los psicólogos hablarán de pseudomentiras, ya que para que exista una auténtica mentira, es decir, para que el autor lo haga con pleno conocimiento de causa, es necesario un desarrollo psicológico que el niño es a menudo incapaz de obtener antes de los ocho o nueve años. -Gérard Broyer-.
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