La posibilidad
de elegir entre diversas alternativas, constituye la segunda área en la que se
puede encontrar el sentido. Siempre está uno escogiendo entre varias, aunque
esto no sea de manera consciente. Una situación en la que no se vislumbran
alternativas, en donde se siente uno atrapado, parecerá carente de significado.
Pero en cuanto se descubre que sí hay alternativas, deja uno de sentirse
víctima indefensa de las circunstancias y está en capacidad de hallar el
sentido.
Es necesario distinguir entre
situaciones que uno puede cambiar y aquellas que no y que deben ser aceptadas. Como una regla práctica, si a usted no
le gusta una situación que puede modificarse,
“el sentido del momento” es cambiarla. Aun
en una situación que no puede ser cambiada, puede usted tomar si actitud hacia
ella. Aldous Huxley pregonaba que “la facultad de escoger es siempre nuestra”. Esto
es cierto también en cuanto a la elección de nuestra actitud.
No es siempre fácil distinguir entre lo que
puede y no puede cambiarse. La naturaleza fatal de una situación que deriva de
la muerte, o de una enfermedad incurable, del divorcio o de la jubilación, es
obvia. ¿Puede modificarse una situación de tipo familiar o de trabajo, o tiene
uno que aceptarla? A veces un diálogo socrático ayuda a encontrar respuesta a
circunstancias como ésas.
El logoterapeuta
japonés, doctor Hiroshi Takashima, distingue enfermedades y situaciones que
pueden resolverse de aquellas con las que se tiene que aprender a convivir. Una
postura manejable es como una serpiente venenosa que está encerrada junto a
usted en una jaula. El sentido se encuentra en el acto de matar a la serpiente.
Una situación de la que no se puede uno librar, es como estar encerrado con un
buey sano y robusto. El sentido se
encuentra en que hay que aprender a convivir con él.
Situaciones modificables.
Actualmente,
en nuestra opulenta y permisiva sociedad existen más alternativas de las que
estaban al alcance de cualquier generación anterior. Puede uno escoger su
especialidad en la Universidad, su carrera, su pareja, su estilo de vida. Simultáneamente,
el sentido cambia durante el trascurso de la vida. Lo que parecía tener sentido
a los 18 años, puede no tenerlo a los 40 ó 45. Persistir en una situación a la que ya no se le encuentra sentido,
puede determinar frustración, neurosis, depresión, alguna enfermedad
psicosomática, una adicción o tendencias suicidas y en muchas de esas
situaciones continuará habiendo oportunidades de cambio.
El primer
paso hacia la salud mental, es estar consciente de que se tienen alternativas. El
segundo es determinar cuál es la que tiene más sentido para el individuo en esa
etapa específica de su vida.
La manera
más directa de adquirir conciencia de que hay alternativas para una persona, es
que confeccione una lista de sus opciones; a partir de ella puede seleccionar
cuál es la que tiene más sentido para ella.
El individuo
empieza por descubrir, en una o dos frases, dónde se siente “entrampado”. Luego
formula una lista con las posibles soluciones a su problema. Incluirá también
aquellas opciones que a primera vista parezcan poco prácticas, y aun las que
juzgue ridículas. Posteriormente, enlistará las consecuencias positivas y
negativas de cada alternativa, así como sus ventajas y desventajas. La lista le
demostrará que no está atrapado y el humor por lo ridículo de algunas opciones
planteadas puede tener valor terapéutico.
Fuente: J. B.
Fabry, ‘Señales del camino hacia el sentido’.
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