El sentido del Yo en el Niño
Los niños de alguna
manera se autoprotegen. Algunos se retraen para evitar ser dañados. Otros se
fabrican fantasías para entretenerse y hacer sus vidas más fáciles y viables. Algunos
juegan-trabajan-aprenden (pues todo está conectado) como si nada importara,
dejando fuera todo lo que es doloroso. Otros se protegen dando cualquier tipo de
golpe; tales niños son lo que obtienen mayor atención, lo que con frecuencia
tiende a reforzar esa misma conducta tan aborrecida por los adultos. Los niños
hacen lo que pueden para abrirse paso, para sobrevivir.
El empuje de los niños
es hacia el crecimiento. Haciendo frente a las carencias e interrupciones del
funcionamiento natural, adoptan alguna conducta que parece servirles para abrirse
paso. Puede que actúen en forma agresiva, hostil, iracunda, hiperactiva. Tal
vez se recojan a mundos de su propia hechura. Puede que hablen lo menos posible
o nada. Quizás se pongan temerosos de todos o todo, o de alguna cosa especial
que afecta su propia vida y de todos los que de alguna manera están
involucrados con ellos. Excepcionalmente, puede que se vuelvan amables y
"buenos" en exceso. Tal vez se aferren odiosamente a los adultos de
su mundo. Puede que se orinen en la cama, se ensucien en sus pantalones, tengan
asma, alergias, tics, dolores de estómago, dolores de cabeza, accidentes. No hay
límite a lo que un niño puede hacer en su intento para que se preocupen de sus
necesidades.
A medida que el niño se
convierte en adolescente, puede que estas conductas se exageren más o se transformen
en otras nuevas tales como la seducción y la promiscuidad, o el abuso del
alcohol y otras drogas. Bajo estos intentos de hacer frente, siempre hay
necesidades insatisfechas que derivan en la pérdida del sentido del yo.
A veces el niño
funciona en su vida con ideas que no le pertenecen, que no son legítimamente
suyas. A menudo los niños crecen creyendo lo que oyen acerca de sí mismos, tragándose
entera la información errada sobre ellos mismos. Por ejemplo, un niño tal vez
crea que es estúpido porque su padre, en un momento de ira, lo llamó así a
causa de su propia frustración. Puede que recoja un mensaje implícito, no verbal
de que es torpe, porque sus padres se ríen de él cuando bota algo o se
impacientan continuamente con sus laboriosos intentos de hacer cosas. A menudo
los niños asumen y actúan las características y descripciones que han recogido
de los demás. Mi tarea, entonces, como terapeuta, es ayudar al niño a separarse
de estas evaluaciones externas y autoconceptos errados, y ayudarlo a
redescubrir su propio ser.
Así que cuando trabajo
con un niño, un adolescente, o también con un adulto, sé que necesitaremos
retroceder y recordar, recuperar, renovar y reforzar algo que alguna vez tuvo
cuando bebé y que ahora parece perdido. A medida que despiertan sus sentidos,
que comienza a conocer nuevamente su cuerpo, puede reconocer, aceptar y
expresar sus sentimientos perdidos. Aprende que puede hacer elecciones y verbalizar
sus deseos, necesidades, pensamientos e ideas. A medida que aprende quién es y
lo acepta en su diferenciación con uno, se contactará con usted, y usted lo
sabrá. Es capaz de hacerlo ya sea que tenga 3 u 83 años de edad.
Yo trabajo para
construir el sentido del yo del niño, para reforzar las funciones de contacto y
para renovar su propio contacto con sus sentidos, cuerpo, sentimientos y uso de
su intelecto. Mientras lo hago, las conductas y síntomas que ha usado para su
mal conducida expresión y crecimiento, frecuentemente desaparecen sin que se
percate plenamente de que sus comportamientos están cambiando. Su toma de conciencia
es redirigida a la percepción sana de sus propias funciones de contacto, su
propio organismo, y por ende, a conductas más satisfactorias.
Fuente: Violet Oaklander, Ventanas a nuestros niños. Terapia gestáltica para niños y adolescentes, p. 57-59.
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