Las fantasías y las mentiras en los niños.
A través de la fantasía podemos
divertirnos con el niño y también averiguar cuál es su proceso. Generalmente su
proceso de fantasía (la forma en que hace las cosas y se mueve en su mundo de
fantasía) es el mismo que su proceso de vida. A través de la fantasía podemos
examinar los reinos interiores de la existencia del niño. Podemos extraer lo
que está oculto o eludido y además averiguar qué está sucediendo en la vida del
niño desde su perspectiva. Por estas razones estimulamos la fantasía y la
usamos como herramienta terapéutica.
Algunos padres me han solicitado que
distinga entre fantasías y mentiras. Otros se preocupan porque sus hijos
parecen perderse en un mundo de fantasías. El mentir es síntoma de que algo
anda mal para el niño. Es más bien una forma de comportamiento que una
fantasía, aunque a veces ambas se fusionan. Los niños mienten porque temen
declarar su posición, enfrentar la realidad tal como es. Con frecuencia están
inmersos en el temor, la inseguridad, una mala autoimagen o la culpa. Son
incapaces de enfrentarse con el mundo real que los rodea, y por consiguiente,
recurren a una conducta defensiva, actuando en forma opuesta a como sienten
realmente.
A menudo los niños se ven obligados a
mentir por sus padres. Puede que éstos sean excesivamente estrictos o
inconsistentes, tengan expectativas que al niño le resulten demasiado difíciles
de cumplir, o sean incapaces de aceptar a su hijo tal como es. Entonces el niño
se ve forzado a mentir como una forma de autopreservación.
Cuando un niño miente, a menudo se cree
a sí mismo. Trama una fantasía alrededor de la conducta que es aceptable para
él. La fantasía se convierte en un medio para expresar aquellas cosas que a él
le cuesta admitir como realidad.
Yo tomo con seriedad las fantasías de un
niño, como una expresión de sus sentimientos. Dado que la gente generalmente no
escucha, ni entiende ni acepta sus sentimientos, tampoco él lo hace. No se
acepta a sí mismo. Debe recurrir a una fantasía, y posteriormente, a una
mentira. De modo que aquí una vez más es necesario comenzar a sintonizarse con
los sentimientos del niño, más que con su conducta, para empezar a conocerlo,
escucharlo, entenderlo y aceptarlo. Sus sentimientos son su verdadera esencia.
Al reflejárselos, también él comenzará a conocerlos y aceptarlos. Sólo entonces
se puede ver el mentir en forma realista, por lo que es: una conducta que el
niño utiliza para sobrevivir.
Los niños se construyen un mundo de
fantasía porque encuentran difícil vivir en su mundo real. Cuando trabajo con
un niño así, puede que lo estimule a contarme sobre sus imágenes e ideas
fantásticas, e incluso que las elabore, para así poder entender su mundo
interior.
Los niños tienen muchas fantasías de
cosas que jamás sucedieron en verdad. Sin embargo, para estos niños son muy
reales y a menudo las guardan dentro de sí, lo que a veces los lleva a
comportarse en formas inexplicables. Con frecuencia estas fantasías
imaginarias-reales despiertan sentimientos de temor y angustia; es necesario
sacarlas a luz para tratarlas y terminar con ellas.
Violet Oaklander, Ventanas a nuestros
niños. Terapia gestáltica para niños y adolescentes, p. 10 -12.
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