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lunes, 27 de julio de 2015

Comprender la maternidad y paternidad ajenas

Es fácil criticar y juzgar la maternidad y paternidad ajenas. Los que están afuera, pueden observar más ‘objetivamente los pequeños errores’ que se cometen. Los que están adentro, no pueden ver tan fácilmente las problemáticas que surgen.

Las observaciones ajenas, son solo una apariencia de lo que no se logra saber. Nadie nace siendo papá o mamá, y el instinto maternal o paternal también es algo que se desarrolla con tiempo en el individuo. Ser papá o mamá, requiere de una decisión consciente y responsable de lo que significa y de lo que se será al tener hijos. Tampoco nos enseñan a tomar esta decisión.

Conforme avanzamos en la vida, comenzamos a plantearnos la posibilidad de serlo y vivirlo. Hay veces que ni siquiera lo pensamos, pues cuando nos percatamos que ya nos hemos subido al barco y no tendremos la oportunidad de ‘planearlo correctamente’, por lo que tomaremos decisiones apresuradas y sin reflexionar, donde simplemente las opciones se reducen en permanecer en el barco o buscar el primer puerto para salir corriendo. Entonces nuestra decisión sobre la paternidad y la maternidad, lo realizamos sobre la marcha.

Cuando veo a los papás, me gusta decirles “que ellos son los que saben más de sus hijos”, que yo les doy esos empujones que requieren para poder observarlos, que tomo notas de ellos para verificarlo en sus hijos, y así, poderles regresar sus observaciones y con unas cuantas más de mi parte. Ese es mi trabajo como psicoterapeuta: ponerme en el lugar del niño/a como del papá o la mamá, poderlos comprender desde donde están observando, poder empatizar con ellos para así, hacer un buen trabajo. Es un trabajo en conjunto, sin prejuicios y sin detracciones.

Comentarios como: “ese niño necesita una mano dura”, “esa niña ya le agarró la medida a sus papás”, “es evidente que necesita disciplina”, “seguro está enojado porque no le hacen caso”, “es reflejo de lo que vive en casa”. Existen un montón de etiquetas que les damos tanto a los niños como a los papás. Los agentes externos, pareciera que son los expertos en la crianza de los niños. Para este escrito, me quiero referir a aquellos que no han tenido aún la oportunidad de vivir la experiencia de ser papá o mamá.

Existe un motivo, por el cual hoy defiendo a los papás que no ven con claridad las problemáticas de sus hijos y, que en ocasiones, los expertos en salud mental (psicólogos, psicoterapeutas, psiquiatras, pedagógos), juzgan con premura antes de observar el total contexto en el que se viven estas circunstancias.


Las personas ajenas a la maternidad o paternidad, pueden dar opiniones, más no expresar críticas hacia una situación que no han experimentado. Es cierto, que en ocasiones, se experimenta en cabeza ajena, que dos mentes piensan mejor que una, que a través de la mirada del otro te ayuda a ver lo que sucede. Pero otras veces, no se puede opinar sobre algo que no se ha vivido en carne propia y es mejor comprender que dar una opinión y no desear aconsejar en algo que se desconoce.

Los que observan por fuera, antes de juzgar, deberían tomar una buena actitud compasiva, reflexionar y preguntarse: ¿yo haría lo mismo o en qué sería diferente, si yo estuviera en esa situación? A lo cual, no existe una respuesta ‘correcta’.

Los que son papás y mamás, hacen lo que están en sus posibilidades, en sus capacidades y lo que tienen a su alcance. Los que son papás y mamás, ya saben que es la soltería, pero los solteros/as no saben aún qué es ser papá o mamá y llegará el día (si es que lo desean y planean) en que sepan de qué trata. Esto también es para aquellos profesionales de la salud, que por su empeño en ayudar y sin tener esta experiencia en su vida personal, les es fácil brindar una opinión equívoca de lo que deberían hacer los papás y mamás que acuden a ellos para una ayuda y apoyo profesionales.

Ser papá o mamá, es una experiencia compleja, donde existen grandes retribuciones y también grandes complicaciones. Pues al serlo, dejas de lado el solo pensar en tu persona para convertirte en alguien que verá por el bienestar de un ser que apenas empieza a conocer el mundo. Tener un hijo/a, es un acto de gran responsabilidad, pues debes estar bien individualmente para poder transmitir y guiar lo mejor que tienes a tu hijo/a.

Hay una gran importancia en vivir la experiencia. Y aquellos que no han estado en esas situaciones, deberían abstenerse de apabullar con críticas, porque el día de mañana que sean papás o mamás, estarán del lado que criticaron alguna vez, y entonces, no aceptarán las críticas que les hagan al respecto de su desempeño como papás o mamás.


No se puede criticar lo que no se conoce. Pero sí se puede extender una sincera y humilde comprensión hacia aquellos que ya están viviendo esa situación, absteniéndonos de consejos que no podemos dar. Debemos recordar, que el trabajo terapéutico, trata más que nada en acompañar a quien acude a nosotros, para poder ayudarlo y apoyarlo desde sus capacidades. 




jueves, 16 de julio de 2015

Desarrollo en la Niñez Media

Epistemología Genética, por Jean Piaget

 Etapa 3: Operaciones Concretas

Las operaciones concretas se consolidan entre los 6-7 años y entre los 11 – 12 años. En esta etapa evoluciona la inteligencia representativa.
El paso del pensamiento intuitivo al operatorio supera el carácter cambiante, inestable y subjetivo del pensamiento pre – operatorio en el sentido de una mayor estabilidad, coherencia y movilidad. El pensamiento se vuelve verdaderamente lógico.
Según Piaget existe una continuidad funcional: la inteligencia sigue siendo una marcha progresiva hacia una mayor adaptación, en la que la asimilación y la acomodación juegan un papel primordial en el intercambio entre el sujeto y el entorno.
La intuición es una acción interiorizada. Progresivamente las acciones interiorizadas que permanecían aisladas en la etapa anterior se integran en sistemas de acciones, en el sentido de que una acción puede compensar o anular a otra anteriormente ejecutada.
Esta propiedad de poder integrarse en un sistema concede al pensamiento operatorio un equilibrio que está ausente en el pensamiento intuitivo, el cual se caracteriza por un equilibrio inestable.
Una vez desarrollados los principales  esquemas sensomotores y elaborada ya, a partir de un año y medio a 2 años, la función semiótica, podría esperarse que está bastara para permitir una interiorización directa y rápida de las acciones en operaciones.
La constitución del objeto permanente y a del grupo práctico de los desplazamientos prefiguran la reversibilidad y las convenciones operatorias que parecen anunciar la próxima formación.
El niño ya aprendió a realizar acciones físicas enfocadas a resolver problemas físicos.
  
Descentración (indispensable para la operación):
Física. Inicialmente (entre objetos), tiene que manipular los objetos para dirigir sus acciones a los diferentes problemas que se le presentan.
Cognitivamente. Ahora el niño empieza a diferenciar representaciones entre ellas y el objeto. Que el otro piense diferente al niño, sus propios deseos. Se construye el engaño con las suposiciones de un sujeto con respecto al otro,  de lo que piensa o siente.
Socialmente. Es capaz de establecer relaciones interpersonales, intercambio con el otro. Puede predecir la conducta del otro (que el otro te entienda). Para poderme relaciona con alguien, debo suponer que él comparte también mi mundo representacional. Las personas  son entes, separados de los objetos, análogos a él pero diferentes.

No todas las representaciones entre él mismo y los demás como sujetos, en cuanto a sus características extrínsecas (más allá de las características físicas, para qué sirven). Por ejemplo, como se relaciona entre ellos, lugar en la familia.
Tiene que llevar las características que ya sabía de los objetos. Al juntar los 3 elementos anteriores, establece la diferenciación. La descentración es un elemento clave para el paso de las operaciones concretas.
Operación concreta: el niño es capaz de hacer una serie de operaciones; sin embargo, todavía no puede realizar  hipótesis, no hay interpretación. Necesariamente para comprobar esas hipótesis tiene que realizar en lo físico, observable.  Es capaz de hacer una serie de combinaciones (de lo que sabe de los objetos), pero para resolver dicho problema, lo tiene que hacer físicamente. Es capaz de dar soluciones a nivel mental pero lo tiene que llevar a cabo.
El niño ya debe de tener indicios de descentración cognitiva y social. Son operaciones dirigidas a los objetos del mundo físico, ya hay combinaciones mentales pero la comprobación del fenómeno, tiene que ser física.


Etapa de Operaciones Concretas
(5/7 – 12 años).
Los procesos de razonamiento se vuelen lógicos y pueden aplicarse a problemas concretos o reales. En el aspecto social, el niño ahora se convierte en un ser verdaderamente social y en esta etapa aparecen los esquemas lógicos de seriación, ordenamiento mental de conjuntos y clasificación de los conceptos de casualidad, espacio, tiempo y velocidad.
  


Teoría Psicosocial, por Erik Erikson.

Estadío: Industria versus Inferioridad-Competencia

Competencia y Productividad Versus Inercia y Formalismo
Edad escolar – Latencia: 5 – 6 a 11 – 13 años.

 Desde los seis años hasta la pubertad, los niños comienzan a desarrollar una sensación de orgullo en sus logros. Inician proyectos, los siguen hasta terminarlos, y se sienten bien por lo que han alcanzado. Durante este tiempo, los profesores desempeñan un papel creciente en el desarrollo del niño.
En el período de latencia disminuyen los intereses por la sexualidad personal y social, acentuándose los intereses por el grupo del mismo sexo. La niñez desarrolla el sentido de la industria, para el aprendizaje cognitivo, para la iniciación científica y tecnológica; para la formación del futuro profesional, la productividad y la creatividad. En ella es capaz de acoger instrucciones sistemáticas de los adultos en la familia, en la escuela y en la sociedad; tiene condiciones para observar los ritos, normas, leyes, sistematizaciones y organizaciones para realizar y dividir tareas, responsabilidades y compromisos. Es el inicio de la edad escolar y el aprendizaje sistemático. Es función de los padres y de los profesores ayudar a que los niños se desarrollen sus competencias con perfección y fidelidad, con autonomía, libertad y creatividad. La fuerza dialéctica es el sentimiento de inadecuación o de inferioridad existencial, sentimiento de incapacidad en el aprendizaje cognitivo, comportamental y productividad. De la resolución de esta crisis nace la competencia personal y profesional para la iniciación científica-tecnológica y la futura identidad profesional, expresada en la frase: “Yo soy el que puedo aprender para realizar un trabajo”. El aprendizaje y el ejercicio de estas habilidades y el ejercicio del ethos tecnológico de la cultura desarrollan en el niño el sentimiento de capacitación, competencia y de participación en el proceso productivo de la sociedad, anticipando el perfil de futuro profesional. Cuando el niño ejecuta estas habilidades exclusivamente por el valor de la formalidad técnica, sacrificando el sentido lúdico y la fuerza de la imaginación, puede desarrollar una actitud formalista en relación a las actividades profesionales, volviéndose esclavo de los procesos tecnológicos y burocráticos. Aquello que debería ser un momento de placer y de alegría, unido al sentimiento de realización personal e integración social, acaba siendo un proceso desintegrante y formalista.


Laboriosidad vs. inferioridad
(de los 6 años a la pubertad)
Aprende el valor del trabajo, adquiere las habilidades y las herramientas de tecnología. La competencia ayuda a ordenar las cosas y a hacer las funcionar.
La frustración repetida y el fracaso conducen a una sensación de no adecuación y de inferioridad que afecta a la visión de la vida.



jueves, 9 de julio de 2015

Ideas sobre la Importancia del Apego

El apego[1]

La especie humana tiene una larga historia. Ello nos ha hecho evolucionar de una determinada manera, configurando aspectos de nuestras necesidades básicas como seres humanos. El niño nace programado para sobrevivir en determinadas condiciones pero también bajo la necesidad de que sus necesidades básicas sean cubiertas. Estas pueden resumirse en:

  1. Necesidades fisiológicas (alimentación, higiene, sueño, etc...).
  2. Necesidad de protección ante posibles peligros (reales o imaginarios).
  3. Necesidad de explorar su entorno.
  4. Necesidad de jugar.
  5. Necesidad de establecer vínculos afectivos.

Los vínculos afectivos son una necesidad que forma parte del proyecto de desarrollo de un niño recién nacido. Si esta necesidad no es satisfecha, el niño, adolescente, joven o adulto sufrirá de "aislamiento o carencia emocional".

El Apego (o vínculo afectivo) es una relación especial que el niño establece con un número reducido de personas. Es un lazo afectivo que se forma entre él mismo y cada una de estas personas, un lazo que le impulsa a buscar la proximidad y el contacto con ellas a lo largo del tiempo. Es, sin duda, un mecanismo innato por el que el niño busca seguridad. Las conductas de apego se hacen más relevantes en aquellas situaciones que el niño percibe como más amenazantes (enfermedades, caídas, separaciones, peleas con otros niños....). El llorar es uno de los principales mecanismos por el que se produce la llamada o reclamo de la figura de apego. Más adelante, cuando el niño adquiere nuevas capacidades verbales y motoras, no necesita recurrir con tanta frecuencia al lloro. Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad asociados a su proximidad o contacto y su pérdida, real o imaginaria genera angustia.
Los vínculos de apego no sólo van establecerse con los padres o familiares directos sino que pueden producirse con otras personas próximas al niño (educadores, maestros, etc...). 





¿Cómo es posible desaprender una cultura del maltrato y reaprender una cultura del buen trato? 

Se revisan varias clases para abordar el bienestar infantil, que más adelante se transformará en bienestar de los adultos y bienestar psicosocial de toda la comunidad. El punto de partida parece ser el apego. Las experiencias de apego sano crean personas capaces de tratar bien a otros, de conectarse con sus necesidades, de contener y reparar sus sufrimientos. Pero si las experiencias tempranas no han sido de apego sano, es posible repararlas a través de nuevas experiencias de apego, como adultos. Esto es alentador; nos habla de la resiliencia de los seres humanos, de que –gracias a que existen otros seres humanos capaces de contenernos, protegernos y cuidarnos- es posible sobreponerse a experiencias tempranas de carencias y de dolor[2].



¿Qué nos aporta la Teoría de la afectividad de Bowlby?

Bowlby emplea una perspectiva evolutiva que incluye aspectos de la conducta animal y los combina con aspectos de la teoría psicoanalítica para entender la formación de la afectividad humana.
 Define la afectividad como un lazo que se afianza con el tiempo y finalmente llega a formar parte de la estructura psíquica del individuo. La función biológica de la afectividad es la protección.
La separación afectiva de la figura materna se intensifica cuando el niño pequeño está largo tiempo en un ambiente extraño, cuidado por personas extrañas, entonces en el niño aparece protesta, desesperación y separación. La protesta es una conducta enfadada en la que el niño busca a la madre. La fase de desesperación es un dolor agudo en que disminuye la esperanza. La fase de separación sirve como función defensiva (ignorar y alejarse de la madre).


¿Por qué la carencia afectiva supone una amenaza para la afectividad segura y el desarrollo de capacidades?
La carencia afectiva pone en peligro el desarrollo de las relaciones saludables con otros y la formación de lazos sociales.
Si el niño tiene una seguridad, confianza en su cuidador, unas rupturas frecuentes y largas con esta persona pueden identificarse como amenazas.
El idioma, el discurso y la comunicación no verbal son particularmente sensibles a la carencia afectiva. Por ejemplo, niños que no son hablados por sus cuidadores tardan mucho más en hablar.
El discurso de la madre también es portador de emociones y una influencia de la organización de la vida psicológica del niño.



Tipos de Apego

Apego Seguro: hay seguridad puesto que existe el  acceso al objeto de apego. Las personas están libres de miedo y ansiedad, aún cuando su objeto de apego no es visible, sienten confianza que el objeto de hará visibles lo necesitan.
Apego Ansioso-Ambivalente: hay ansiedad, las personas no tienen confianza en el acceso y respuesta en el objeto de apego, puesto que éste, no provee de seguridad derivado de la inconsciencia en la satisfacción de necesidades.
Apego Ansioso-Evitativo: personas que no podían contar con el apoyo de su madre en la infancia y reaccionaban de forma defensiva, adoptando una postura de indiferencia. Habiendo sufrido muchos rechazos en el pasado, intentaban negar la necesidad que tenían del objeto de apego, para evitar frustraciones.








[1] http://www.psicodiagnosis.es/areageneral/elapego/index.php#0000009ae70c7682d

[2] Jorge Barudy, Jorge; Dantangan, Maryorie. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Barcelona: Gedisa.