El apego[1]
La especie humana tiene una larga historia. Ello nos ha hecho
evolucionar de una determinada manera, configurando aspectos de nuestras
necesidades básicas como seres humanos. El niño nace programado para sobrevivir
en determinadas condiciones pero también bajo la necesidad de que sus
necesidades básicas sean cubiertas. Estas pueden resumirse en:
- Necesidades fisiológicas (alimentación, higiene, sueño, etc...).
- Necesidad de protección ante posibles peligros (reales o imaginarios).
- Necesidad de explorar su entorno.
- Necesidad de jugar.
- Necesidad de establecer vínculos afectivos.
Los vínculos afectivos son una necesidad que forma parte del proyecto de
desarrollo de un niño recién nacido. Si esta necesidad no es satisfecha, el
niño, adolescente, joven o adulto sufrirá de "aislamiento o carencia
emocional".
El Apego (o vínculo afectivo) es una relación especial que el niño establece
con un número reducido de personas. Es un lazo afectivo que se forma entre él
mismo y cada una de estas personas, un lazo que le impulsa a buscar la
proximidad y el contacto con ellas a lo largo del tiempo. Es, sin duda, un
mecanismo innato por el que el niño busca seguridad. Las conductas de apego se
hacen más relevantes en aquellas situaciones que el niño percibe como más
amenazantes (enfermedades, caídas, separaciones, peleas con otros niños....).
El llorar es uno de los principales mecanismos por el que se produce la llamada
o reclamo de la figura de apego. Más adelante, cuando el niño adquiere nuevas
capacidades verbales y motoras, no necesita recurrir con tanta frecuencia al
lloro. Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de
seguridad asociados a su proximidad o contacto y su pérdida, real o imaginaria
genera angustia.
Los vínculos de apego no sólo van establecerse con los padres o familiares
directos sino que pueden producirse con otras personas próximas al niño
(educadores, maestros, etc...).
¿Cómo es posible
desaprender una cultura del maltrato y reaprender una cultura del buen trato?
Se
revisan varias clases para abordar el bienestar infantil, que más adelante se
transformará en bienestar de los adultos y bienestar psicosocial de toda la
comunidad. El punto de partida parece ser el apego. Las experiencias de apego
sano crean personas capaces de tratar bien a otros, de conectarse con sus
necesidades, de contener y reparar sus sufrimientos. Pero si las experiencias
tempranas no han sido de apego sano, es posible repararlas a través de nuevas
experiencias de apego, como adultos. Esto es alentador; nos habla de la
resiliencia de los seres humanos, de que –gracias a que existen otros seres
humanos capaces de contenernos, protegernos y cuidarnos- es posible
sobreponerse a experiencias tempranas de carencias y de dolor[2].
¿Qué nos aporta la Teoría
de la afectividad de Bowlby?
Bowlby emplea una
perspectiva evolutiva que incluye aspectos de la conducta animal y los combina
con aspectos de la teoría psicoanalítica para entender la formación de la
afectividad humana.
Define la afectividad como
un lazo que se afianza con el tiempo y finalmente llega a formar parte de la
estructura psíquica del individuo. La función biológica de la afectividad es la
protección.
La separación afectiva de
la figura materna se intensifica cuando el niño pequeño está largo tiempo en un
ambiente extraño, cuidado por personas extrañas, entonces en el niño aparece
protesta, desesperación y separación. La protesta es una conducta enfadada en
la que el niño busca a la madre. La fase de desesperación es un dolor agudo en
que disminuye la esperanza. La fase de separación sirve como función defensiva
(ignorar y alejarse de la madre).
¿Por qué la carencia
afectiva supone una amenaza para la afectividad segura y el desarrollo de
capacidades?
La carencia afectiva pone
en peligro el desarrollo de las relaciones saludables con otros y la formación
de lazos sociales.
Si el niño tiene una
seguridad, confianza en su cuidador, unas rupturas frecuentes y largas con esta
persona pueden identificarse como amenazas.
El idioma, el discurso y
la comunicación no verbal son particularmente sensibles a la carencia afectiva.
Por ejemplo, niños que no son hablados por sus cuidadores tardan mucho más en
hablar.
El discurso de la madre
también es portador de emociones y una influencia de la organización de la vida
psicológica del niño.
Tipos
de Apego
Apego
Seguro: hay seguridad
puesto que existe el acceso al objeto de
apego. Las personas están libres de miedo y ansiedad, aún cuando su objeto de
apego no es visible, sienten confianza que el objeto de hará visibles lo
necesitan.
Apego
Ansioso-Ambivalente: hay
ansiedad, las personas no tienen confianza en el acceso y respuesta en el
objeto de apego, puesto que éste, no provee de seguridad derivado de la inconsciencia en la satisfacción de necesidades.
Apego
Ansioso-Evitativo: personas
que no podían contar con el apoyo de su madre en la infancia y reaccionaban de
forma defensiva, adoptando una postura de indiferencia. Habiendo sufrido muchos
rechazos en el pasado, intentaban negar la necesidad que tenían del objeto de
apego, para evitar frustraciones.
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