Tal
como lo hemos visto, la empatía —la base de todas las capacidades sociales— surge
naturalmente en la gran mayoría de los niños. Puede resultarle sorprendente que
la mayoría de los estudios no muestren diferencias significativas en las conductas
empáticas de niños y niñas. En general, los varones son tan serviciales como
las niñas pero tienden a llevar a cabo actividades físicamente serviciales o de
"rescate" (como ayudar a otro niño a aprender a andar en bicicleta),
mientras que las niñas son aptas para ser más solidarias desde el punto de
vista psicológico (como consolar a otro niño que está perturbado). Ni la clase
social ni el tamaño de la familia parecen estar relacionados con los comportamientos
empáticos, aunque los hermanos mayores parecen ser en general más serviciales
que sus contrapartes más jóvenes. Tiende a producirse una conducta más
servicial entre hermanos cuando existen más diferencias de edades.
Dada
esta situación y el impulso natural de nuestros niños a mostrarse serviciales y
considerados, podríamos esperar encontrar una conducta empática mucho más frecuente
y coherente de lo que en realidad ocurre. En la mayoría de los casos en que los
niños se muestran poco amables, desconsiderados e incluso crueles, podemos
encontrar en el hogar una explicación para esta conducta "poco
natural".
Si
usted quiere criar a un hijo que se preocupe por los demás y cuyas conductas sean
coherentes con estos sentimientos, esto es lo que puede hacer.
"Levante la
medida" de sus expectativas respecto de una conducta considerada y
responsable en sus hijos
En
algunas familias, la religión desempeña un papel importante en el desarrollo moral
de los niños. Aunque la mayoría de las religiones requieren que los niños memoricen
una lista de normas morales, como los Diez Mandamientos, esta simple memorización
y recitado no parece producir mayores efectos en su conducta. Lo que resulta
efectivo como influencia en los niños es la forma en que los padres ponen en
práctica el sistema de valores de su religión en sus vidas cotidianas.
Algunas
comunidades religiosas enseñan a los niños a preocuparse por los demás en forma
particularmente efectiva. Por
ejemplo, en su libro Raising Your Child to Be a Mensch (Educar a su hijo para que
sea un mensch), el rabino Neil Kurshan define el énfasis judío en la preocupación
por los demás. Escribe al respecto: "(La palabra) menschlichkeit (significa)
responsabilidad fusionada con compasión, la sensación de que nuestras propias
necesidades y deseos personales están limitados por las necesidades y los deseos
de los demás. Un mensch actúa con moderación y humildad, mostrando siempre
sensibilidad hacia los sentimientos y pensamientos de los demás. En tanto que
menschen sentimos una pasión genuina por aliviar el dolor y el sufrimiento de quienes
nos rodean".
El
rabino Kurshan se lamenta de que la palabra "mensch" haya
prácticamente desaparecido de la cultura judeo-norteamericana. Describe un
incidente en el que le solicitó a una clase de adolescentes que definieran el
término, recibiendo como única respuesta una serie de miradas intrigadas de
confusión. Luego un muchacho, levantando su mano vigorosamente explicó que se
trata de una "mujer bonita a la que le gusta coquetear con los
hombres".
—No
—explicó el rabino confusamente— no es eso. Luego ofreció una explicación adecuada.
Sólo más tarde se le ocurrió que ese muchacho le había dado en realidad una
definición de la palabra "wench" (antigua palabra inglesa para
prostituta). Kurshan atribuye la desaparición de la menschlichkeit de todos los
niveles de la sociedad a la disminución de las expectativas de los padres,
incluso hasta el extremo de que estos temen en realidad la desaprobación y el
rechazo de sus hijos. Explica: "a lo largo de los años he conocido parejas
que suelen ocultar cinco o diez dólares en sus cómodas para que sus hijos los
encuentren porque temen que, de lo contrario, les roben mucho más de sus
billeteras. Conozco a algunos padres que no establecen ningún tipo de horario
límite por temor a que sus hijos los ignoren, y padres que se muerden la lengua
cuando sus hijos los llaman 'imbéciles' o 'idiotas'".
Si
usted quiere que sus hijos se tornen más empáticos, atentos y responsables, entonces
debe esperarlo de ellos. Debe establecer normas familiares claras y coherentes
y no renunciar a ellas. Debe requerirles que sean responsables. Ya desde los
tres años, debería esperarse que los niños se limpien a sí mismos e inclusive
ayuden en tareas simples, como poner la mesa. Las tareas domésticas y otras
responsabilidades deberían aumentar con la edad, y no deberían estar atadas a
recompensas, ni siquiera a un estipendio. Debería esperarse que los niños
ayuden en la casa porque ayudar a los demás es lo correcto. Recibir una
mensualidad y aprender a manejar dinero es un asunto totalmente distinto.
Si
usted quiere que su hijo sea atento, considerado y responsable, debe hacer algo
simple: levante la medida de sus expectativas. Ser un padre permisivo es fácil.
Es fácil hacer la cama de su hijo o sus deberes escolares. Pero para criar niños
más responsables, los padres deben tornarse ellos mismos más responsables y
pueden comenzar a hacerlo dejando de lado la idea de que malcriar a sus hijos
no los perjudicará. Sí lo hará.
Enséñeles a sus hijos
a practicar "actos aleatorios de bondad"
El
estadista romano Cicerón escribió una vez: "En nada se acercan más los hombres
a los dioses que al hacer el bien para sus semejantes". Una de las formas más
simples y efectivas para enseñarles a los niños la empatía es la práctica de "actos
aleatorios de bondad". Este movimiento nacional fue iniciado por el libro Random
Acts of Kindness (Actos fortuitos de bondad) que contiene anécdotas sobre la
forma en que actos simples de consideración y solicitud afectan la vida de las personas.
Un estudiante universitario recibió tarjetas postales anónimas y misteriosas
por parte de la madre de un amigo que tornó sus primeros meses fuera de casa
más llevaderos. Una mujer dejó una lámpara rota en el ómnibus, y el conductor
se apartó de su camino y se la devolvió reparada. Una viuda reciente salió de
su coche y sollozó al costado de la ruta, porque el viaje de Navidad con sus hijos
adolescentes era una gran decepción. Un extraño detuvo su automóvil, sostuvo y
consoló a la mujer e invitó a su familia a beber un té y a recorrer la ciudad
para ver las luces navideñas.
Lo
que les resultó curioso a los editores de Random Acts of Kindness de Conari Press,
que seguían recibiendo innumerables historias de bondad, era hasta qué punto
los actos buenos más simples podían modificar la vida de la gente. Escriben lo
siguiente en el prefacio al segundo volumen de cartas: "Desde la posición ventajosa
de haber leído tantas historias de personas diferentes... la bondad emerge como
una de las herramientas más poderosas a nuestra disposición a medida que
avanzamos en nuestras vidas. Su poder no sólo resulta fácilmente accesible para
cualquiera que se preocupe por usarla, sino que no puede disminuir nunca; por
el contrario, se expande con cada acción".
Hoy
es un día tan bueno como cualquier otro para convertir a la bondad en un proyecto
familiar. Compre un diario "en blanco" en la librería y registre cada
día un acto de bondad para cada persona de la familia. Un acto de bondad puede
ser algo tan simple como sostenerle la puerta a alguien o llamar por teléfono a
un amigo enfermo. A medida que la bondad se vuelve un hábito, usted se dará
cuenta de que los niños no quedarán nunca conformes. Se esmerarán más de lo
habitual para llevar a cabo actos altruistas.
Comprometa a su hijo
con el servicio comunitario
Muchas
escuelas en todo el país están comenzando a requerir el servicio comunitario
como una condición para la graduación del colegio secundario. Según un estudio
de 1994 efectuado por el Educational Research Service, más del 30 por ciento de
las escuelas públicas y privadas estadounidenses disponen actualmente —o
planean hacerlo en un futuro cercano— la realización de un servicio comunitario
como requisito para la graduación. Dicho requisito varía de 40 horas en Laguna Beach,
California, a 240 horas en St. Louis, Missouri. Pero el hecho de que las escuelas
deben ordenar un servicio comunitario a fin de cumplir su obligación de graduar
a ciudadanos responsables es un triste indicador del fracaso familiar.
Aunque
algunos grupos religiosos practican el servicio comunitario como parte de su
compromiso religioso, la gran mayoría de los niños no experimentan la pertenencia
y el significado que surgen cuando la gente está regularmente comprometida con
esfuerzos organizados para ayudar a los menos aventajados.
Aunque
muchos padres transmiten este valor a sus hijos, sólo los actos producen un
impacto real.Comprometerse
usted y su familia a ayudar regularmente a los demás en proyectos organizados
no sólo les enseñará a sus hijos a preocuparse más por los demás sino que les
enseñará también aptitudes sociales, la importancia de la cooperación, y el valor
de la perseverancia para el logro de los objetivos. Son todas capacidades que contribuyen
a un CE elevado.
Si
usted no es miembro de un grupo religioso o de servicio a la comunidad donde los
niños participan por lo menos dos veces por semana, existen varios buenos recursos
para impulsarlo a comenzar. Estos incluyen las obras The Kids' Guide to Social
Responsibility (La guía para niños hacia la responsabilidad social) y The Helping
Hands Handbook (El manual de las manos que ayudan). En estas obras y en libros
similares se sugieren actividades como las siguientes:
- Trabajar en un comedor de beneficencia.
- Formar parte de una organización para salvar las especies en extinción.
- Trabajar arduamente en proyectos de limpieza del vecindario.
- Leerles a los ancianos en un geriátrico.
- Ser el tutor de niños pequeños.
- Fabricar muñecas para los niños enfermos.
Si
usted se pone en contacto con su periódico local, puede enterarse de decenas de
proyectos valiosos que se están llevando a cabo en su comunidad. Seguramente habrá
uno que resultará atractivo a usted y a su hijo. Los factores claves para recordar
cuando uno hace que el servicio comunitario forme parte de la vida de sus hijos
son:
- Elegir algo significativo para usted y sus hijos.
- Lograr que su compromiso sea una prioridad en su vida. No permitir que el interés decaiga.
- Participar en el proyecto con sus hijos en la mayor medida posible.
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