Jerarquía de valores.
En
la vida diaria es común enfrentarnos a disyuntivas que ponen en juego los
principios éticos. Ya sea que ejerzamos una libertad relacionada con fines
personales o tengamos que responder exigencias de la vida pública,
constantemente estamos ejerciendo nuestro juicio frente a situaciones que no
nos dejan indiferentes.
Los
procesos de maduración y sociabilización conducen a que en muchos casos la
respuesta sea casi instintiva: las convenciones sociales o el poder de coerción
de una norma hacen que reaccionemos con un alto grado de automatismo. Sin
embargo, en ocasiones el dilema es complejo y exige respuestas más ponderadas,
que ponen en juego valores distintos y en ocasiones encontrados.
La
bipolaridad, se refiere a que frente a cada valor vamos a encontrar un
antivalor (bondad-maldad, por ejemplo), o tendremos que escoger entre valores
que en un momento determinado resultan más valiosos que otros.
¿Cómo,
entonces, discriminar en sentido positivo para lograr soluciones
posconvencionales, en donde las decisiones se hagan con base en principios y no
en “concertaciones morales”?
Existen
al menos cuatro criterios que ayudan a determinar la dignidad y jerarquía entre
los valores.
- Duración.
- Divisibilidad.
- Fundamentación.
- Profundidad de la satisfacción.
En
la medida en que un valor persiste durante más tiempo, es mejor que otro
transitorio. Sin un valor incluye al otro, es más importante. Si humaniza, si
tiene más bases sobre las cuales apoyar su importancia, es más sólido. Si el
efecto genera más satisfacciones, ataca la raíz de los problemas y es más
permanente, resulta mejor que otro que no reúne estas características.
Los
valores cubren tres dimensiones fundamentales del ser humano:
- De supervivencia. Tienen que ver con las motivaciones primarias de carácter biológico (de alimentación, reproducción, conservación de la especie).
- Cultural. Incluye la vida en sociedad, la convivencia con los otros, la producción humana. Expresa la conciencia del deber ser, la percepción de la belleza, la armonía, el conocimiento, etc.
- Trascendental. Busca el entendimiento íntimo, personal; comprender el sentido de la vida, trascender la realidad o existencia física.
Escala de valores.
La
escala refleja el surgimiento de los valores a partir de una necesidad física, vital, ligada a la dimensión de la supervivencia, que entra a un plano superior cuando
el ser humano comienza a fabricar utensilios y herramientas, a crear cultura.
Aquí aparecen los valores instrumentales,
como la técnica y las habilidades utilitarias.
Una
mejor satisfacción de las necesidades básicas permite apreciar la forma,
armonía y belleza existentes en el entorno y facilita el surgimiento de los
valores estéticos, (apreciación
artística, musical, etc.). Asimismo, al tener tiempo para pensar se desarrolla
el intelecto. Buscamos a partir de una percepción de la realidad desenmarañar
la estructura de las cosas, conocer y comprender su esencia, sus causas y
consecuencias. Surgen así los valores intelectuales,
ligados al conocimiento, que posibilitan el paso a la comprensión del ser
humano como un individuo en relación con los demás, ante los cuales tiene
obligaciones y puede exigir derechos. Afloran entonces los conceptos éticos, aunados a un deber ser (honestidad, integridad,
solidaridad internacional, etc.).
Finalmente,
todos estos cuestionamientos conducen a preguntarse sobre lo metafísico, lo que está más allá de la
existencia física; a buscar una comprensión global del universo, a dar una
explicación última del sentido de la existencia y de todas las cosas. Llegamos
a la dimensión trascendental, donde encontramos elementos filosóficos y
teológicos.
Al
informarnos un poco y conocer otro tanto, apoyados por los demás, vamos
entendiéndonos. Esto facilita la comprensión de los dilemas éticos o morales
(según se refieran a lo social o a lo individual) y podemos mejorar nuestro
sistema de relaciones. Así tendremos un modo de vida más justo y solidario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario