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jueves, 13 de agosto de 2015

El heptálogo de las emociones

El hombre es un ser fundamentalmente emocional. Las neurociencias actuales nos enseñan que el ser humano no ve, siente u oye sino a través de los filtros emocionales de su cerebro. Me gusta como lo expresa O. Wilson (1998): “Sin el estímulo y guía de la emoción el pensamiento racional se enlentece y desintegra. La mente racional no flota por encima de lo irracional; no puede liberarse y ocuparse sólo de la razón pura. Hay teoremas puros en matemáticas pero no pensamientos puros que los descubran”. Sin duda, la emoción sigue embebiendo el cerebro racional del hombre.

La emoción, que en su origen debió de ser escudo protector máximo de la supervivencia biológica, es hoy también lo que mantiene vivo y competitivo al hombre en su relación con los demás. Es más, posiblemente sea uno de los fundamentos más profundos de su ser y estar en el mundo.


El heptálogo de las emociones

1.- Las emociones sirven para defendernos de estímulos nocivos (enemigos) o aproximarnos a estímulos placenteros o recompensantes (agua, comida, juego o sexo)  que mantengan nuestra supervivencia. En este sentido, además, las emociones son motivadoras. Es decir, nos mueven o empujan a conseguir o evitar lo que es beneficioso o dañino para el individuo y la especie.

2.- Las emociones generan que las respuestas del organismo (conducta) ante acontecimientos (enemigos, alimentos) sean polivalentes y flexibles. Son reacciones que ayudan a encontrar, no una respuesta fija ante un determinado estímulo, sino que bajo la reacción general de alerta, el individuo escoge la respuesta más adecuada y útil entre un repertorio posible. Ello se expande enormemente  con la aparición de los sentimientos (la parte consciente de las emociones). Las emociones y los sentimientos, de esta manera, dotan de una versatilidad a la conducta. Y ello, obviamente, es de más utilidad para la supervivencia del individuo y de la especie.

3.- Las emociones sirven a las funciones del punto primero y segundo, “alertando” al individuo como un todo único ante el estímulo específico. Tal reacción emocional incluye activación de múltiples sistemas cerebrales (activación reticular, atencional, mecanismos sensoriales, motores, procesos mentales), endocrinos (activación suprarrenal medular y cortical y otras hormonas), metabólicos (glucosa y ácidos grasos), y en general activación de muchos de los sistemas y aparatos del organismo (cardiovascular, respiratorio, etc., con el aparato locomotor –músculo estriado- como centro de operaciones).

4.- Las emociones mantienen la curiosidad y con ello el descubrimiento de lo nuevo (nuevos alimentos, ocultación de enemigos, etc.). De esta manera ensanchan el marco de seguridad para la supervivencia del individuo.

5.- Las emociones sirven como lenguaje para comunicarse unos individuos con otros (de la misma especie o incluso de especies diferentes). Es una comunicación rápida y efectiva. En el hombre el lenguaje emocional es también un lenguaje básico tanto entre los miembros de una misma familia (padres e hijos) como entre los miembros de una sociedad determinada. Ellos, además, crea los lazos emocionales (familia, amistad) que pueden tener claras consecuencias de éxito, tanto de supervivencia biológica como social.

6.- Las emociones sirven para almacenar y evocar memorias de una manera efectiva (Rolls, 1999). A nadie se le escapa que todo acontecimiento asociado a un episodio emocional (debido a su duración tanto como a su significado) permite un mayor y mejor almacenamiento y evocación de lo sucedido. Ello, de nuevo, tiene claras consecuencias para el éxito biológico y social del individuo.

7.- Las emociones y los sentimientos “pueden jugar un papel importante en el proceso de razonamiento y en la toma de decisiones, especialmente aquellas relacionadas con la persona y su entorno social más inmediato” (Damasio, 1994). Este punto nos invita a pensar que, en el hombre, las emociones siguen siendo uno de los constituyentes o pilares básicos sobre los que descansan casi todas las demás funciones del cerebro. Más que eso, la forma suprema del funcionamiento cerebral, el razonamiento mismo, resulta, como señala Damasio, de la actividad concertada entre la corteza cerebral y la parte más antigua del cerebro: la que genera las emociones.







Fuente: “El cerebro sintiente”, por Francisco Mora. 

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