El hombre es un ser fundamentalmente
emocional. Las neurociencias actuales nos enseñan que el ser humano no ve,
siente u oye sino a través de los filtros emocionales de su cerebro. Me gusta
como lo expresa O. Wilson (1998): “Sin el estímulo y guía de la emoción el
pensamiento racional se enlentece y desintegra. La mente racional no flota por
encima de lo irracional; no puede liberarse y ocuparse sólo de la razón pura.
Hay teoremas puros en matemáticas pero no pensamientos puros que los descubran”.
Sin duda, la emoción sigue embebiendo el cerebro racional del hombre.
La emoción, que en su origen debió de ser
escudo protector máximo de la supervivencia biológica, es hoy también lo que
mantiene vivo y competitivo al hombre en su relación con los demás. Es más,
posiblemente sea uno de los fundamentos más profundos de su ser y estar en el
mundo.
El heptálogo de las emociones
1.- Las emociones sirven para defendernos
de estímulos nocivos (enemigos) o aproximarnos a estímulos placenteros o
recompensantes (agua, comida, juego o sexo) que mantengan nuestra supervivencia. En este
sentido, además, las emociones son motivadoras. Es decir, nos mueven o empujan
a conseguir o evitar lo que es beneficioso o dañino para el individuo y la
especie.
2.- Las emociones generan que las
respuestas del organismo (conducta) ante acontecimientos (enemigos, alimentos)
sean polivalentes y flexibles. Son reacciones que ayudan a encontrar, no una
respuesta fija ante un determinado estímulo, sino que bajo la reacción general
de alerta, el individuo escoge la respuesta más adecuada y útil entre un
repertorio posible. Ello se expande enormemente
con la aparición de los sentimientos (la parte consciente de las
emociones). Las emociones y los sentimientos, de esta manera, dotan de una
versatilidad a la conducta. Y ello, obviamente, es de más utilidad para la supervivencia
del individuo y de la especie.
3.- Las emociones sirven a las funciones
del punto primero y segundo, “alertando” al individuo como un todo único ante
el estímulo específico. Tal reacción emocional incluye activación de múltiples
sistemas cerebrales (activación reticular, atencional, mecanismos sensoriales,
motores, procesos mentales), endocrinos (activación suprarrenal medular y
cortical y otras hormonas), metabólicos (glucosa y ácidos grasos), y en general
activación de muchos de los sistemas y aparatos del organismo (cardiovascular,
respiratorio, etc., con el aparato locomotor –músculo estriado- como centro de
operaciones).
4.- Las emociones mantienen la curiosidad
y con ello el descubrimiento de lo nuevo (nuevos alimentos, ocultación de
enemigos, etc.). De esta manera ensanchan el marco de seguridad para la
supervivencia del individuo.
5.- Las emociones sirven como lenguaje
para comunicarse unos individuos con otros (de la misma especie o incluso de
especies diferentes). Es una comunicación rápida y efectiva. En el hombre el
lenguaje emocional es también un lenguaje básico tanto entre los miembros de
una misma familia (padres e hijos) como entre los miembros de una sociedad
determinada. Ellos, además, crea los lazos emocionales (familia, amistad) que
pueden tener claras consecuencias de éxito, tanto de supervivencia biológica
como social.
6.- Las emociones sirven para almacenar y
evocar memorias de una manera efectiva (Rolls, 1999). A nadie se le escapa que
todo acontecimiento asociado a un episodio emocional (debido a su duración
tanto como a su significado) permite un mayor y mejor almacenamiento y evocación
de lo sucedido. Ello, de nuevo, tiene claras consecuencias para el éxito biológico
y social del individuo.
7.- Las emociones y los sentimientos “pueden
jugar un papel importante en el proceso de razonamiento y en la toma de
decisiones, especialmente aquellas relacionadas con la persona y su entorno
social más inmediato” (Damasio, 1994). Este punto nos invita a pensar que, en
el hombre, las emociones siguen siendo uno de los constituyentes o pilares
básicos sobre los que descansan casi todas las demás funciones del cerebro. Más
que eso, la forma suprema del funcionamiento cerebral, el razonamiento mismo,
resulta, como señala Damasio, de la actividad concertada entre la corteza
cerebral y la parte más antigua del cerebro: la que genera las emociones.
Fuente: “El cerebro sintiente”, por
Francisco Mora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario