¿Qué es lo que motiva a un padre para
traer a un niño a terapia?
Muchos niños manifiestan tipos de
conductas que indican que algo anda mal. Sin embargo, la mayoría de los padres
vacilan antes de buscar ayuda. Creo que casi todos ellos preferirían no creer
que su hijo tiene el tipo de problema que pudiera requerir ayuda profesional.
Se dicen a sí mismos: "Es sólo una etapa; el chico la superará".
¿Quién quiere admitir que no ha sido el padre perfecto? Y para la mayoría, el costo
de la terapia no es fácil de soslayar, sin considerar además el tiempo que
involucra traer al niño a las sesiones. También hay un riesgo respecto a lo que
podría surgir si se lleva al niño a un terapeuta. Algunos padres sienten secretamente que
pueden ser ellos quienes necesitan ayuda, y este hecho no es encarado
fácilmente.
A veces los padres traen a los niños a
terapia porque algo fuera de lo común ha sucedido y quieren asegurarse de que
el niño exprese y termine con cualquier sentimiento abrumador derivado del
incidente. Ejemplos de tales sucesos pueden ser la
muerte o enfermedad de un ser querido, abuso, vejación o una experiencia
profundamente atemorizante como un accidente o un terremoto.
De vez en cuando es el niño quien
directamente pide ver a alguien. Muchos adolescentes han iniciado ellos
mismos la terapia. Algunos niños con los que he trabajado previamente, a veces
solicitan ayuda.
Una chica de 9 años a quien yo había
visto por cerca de tres meses de tratamiento continuado, de cuando en cuando
dice a su madre: "Necesito que me consigas hora con Violet".
No es un asunto sencillo juzgar cuándo
es el momento apropiado para traer a un niño a terapia. Con frecuencia es el
niño mismo quien se encarga de que se haga algo —peleando con mayor ardor en
alguna dirección hasta que alguien lo advierta. Las escuelas son a menudo las primeras
en notarlo, y sin embargo, no recomendarán ayuda hasta que la situación sea
grave.
Creo que otra gran razón por la que los
padres titubean en buscar ayuda es que piensan en la terapia como un proceso
continuo que involucra un largo período de tiempo, quizás años (comento esto
más extensamente en la sección Término). Hay por cierto algunos niños
que requieren tratamiento prolongado. En general, sin embargo, encuentro que
muchos problemas pueden ser tratados en 3 a 6 meses de sesiones una vez por
semana.
Antes de empezar a trabajar con un niño
recibo a veces rumas de papeles referentes a él; resultados de tests, informes
de diagnósticos, sumarios judiciales, informes escolares. Constituyen una
lectura interesante, pero llegando al grano, sólo puedo manejar al niño con lo
que él me presenta. Si confío en la información que me han dado sobre el niño
para establecer mi base de trabajo con él, estaría tratando con lo que está
escrito en un papel y no con el niño. Lo que está escrito en estos papeles es
la percepción, hallazgos y a menudo juicios injustos de otra persona.
El niño está haciendo contacto con
alguien que se halla dispuesto a aceptarlo tal como es en ese momento, sin una
capa de prejuicios o juicios prematuros sobre él. Puede mostrar otro aspecto de
sí mismo, quizás una faceta gentil y sensible, una parte suya que tal vez le
cueste expresar ante sus padres y profesores.
Fuente: Ventanas a nuestros niños. Violet Oaklander.
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